Un lugar para alejarse de todo

Una reciente visita al Parque Natural del Cabo de Gata, nos ha abierto la mirada a un lugar mágico, a mitad camino entre Europa y África, alejado de todo,  perdido entre volcanes, luz, viento y mar.

Un paisaje de acantilados y calas, históricas torres defensivas ante la amenaza de piratas berberiscos, caminos de tierra flanqueados por pitas en flor, onduladas colinas de matorral bajo y roca volcánica, arquitectura de casas blancas de única planta, pueblos de pescadores alejados del turismo de masas, donde se respira autenticidad y sosiego.

Aquí, os dejo unas pistas personales para disfrutar de la zona:

  • Una casa para alquilar. Dentro de la oferta de hoteles y casas rurales en cortijos, destaca la Majada Redonda, en Presillas Bajas. Un refugio de paz y tranquilidad en medio del campo, con todas las comodidades y a un buen precio.

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  • Un libroCampos de Níjar (Juan Goytisolo,1959).  En este relato de viajes, un joven e idealista, Juan Goytisolo, cuenta su periplo por la zona; realizando una cruda radiografía de una sociedad anclada en la posguerra, entre gente sin futuro, pobreza extrema e injusticias sociales, con el telón de fondo de una tierra áspera, estéril y hostil.

 

  • Tres restaurantes para cenar. En la zona abundan los bares y restaurantes para disfrutar de sabrosas tapas de la gastronomía local, pescados frescos de la zona como la brótola, el gallopedro o la breca, o sencillas ensaladas de auténticos y deliciosos tomates Raf.

De todos ellos, mis preferidos para una cena especial serían:

 – La Isleta, en la Isleta del Moro. Sobre el mar y las rocas, con unas vistas increíbles de la bahía de los Escullos. Rústico y auténtico. No os perdáis la cuajadera de gallineta, una especie de caldereta marinera para chuparse los dedos.

– La Gallineta, en Pozo de los Frailes. Cerca del pozo y la noria que dieron origen al pueblo, aparece una villa blanca, decorada en su interior en colores vivos, que funciona como un agradable restaurante para disfrutar de la buena materia prima de la zona y los sutiles chispazos de creatividad del chef.

– La Tasquilla, en Rodalquilar. Un lugar atípico en la zona y que recuerda otras latitudes. Media luz y música de jazz acompañan una comida creativa pero arraigada a  la tierra. La clientela habitual disfruta, también, de copas bien servidas en la barra de la entrada.

Y por supuesto, no olvidéis, como siempre, probar los vinos de la zona. Hay sorpresas muy agradables, creedme.

  • Un sendero, dos playas y un arrecife. Cerca de la localidad de San José, parte una pista de tierra junto a un viejo molino de viento. Tras atravesar el campillo de los genoveses, entre campos de cereal y pitas, el camino desemboca en el espectacular enclave de la ensenada y playa de los Genoveses, donde en el S.XII una escuadra de naves genovesas se ocultó del enemigo, preparando un ataque a la musulmana Almería.playas_semana_santa_2017_787149915_1800x1207Más allá del morrón del mismo nombre,  un sendero costero continúa, salvando acantilados y descubriendo pequeñas calas de aguas turquesas, hasta la mil veces retratada playa de Mónsul, un idílico lugar presidido por una gran duna, donde admirar múltiples caprichos geológicos. IMG_20170527_112008 Desde aquí el Cabo de Gata se encuentra a tiro de piedra siguiendo una pista cerrada al tráfico rodado. Allí, junto al faro, las formaciones rocosas denominadas Arrecife de las Sirenas (habitat de las últimas focas monje del Mediterráneo), crean un paisaje sobrecogedor a la luz del atardecer.IMG_20170527_131002

 

  • Un pueblo de película. Son muchos los lugares dentro del parque natural, que han servido de fondo a películas internacionales: Lawrence de Arabia, Indiana Jones y la última cruzada…pero los aficionados al western no podemos dejar de acudir al pequeño pueblo de Albaricoques, donde podemos recorrer distintos escenarios de la Muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965).

No lejos de allí, siguiendo una pista de tierra, se llega al abandonado Cortijo del Fraile, donde sucedieron los hechos, en los que se basó Federico García Lorca para escribir la obra «Bodas de sangre». Un lugar con el encanto de lo lejano y lo decadente, que bien merece una visita.

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  • Un pueblo con encanto. Con un importante pasado de explotación de minas de oro, que llegó hasta mediados del S.XX,  Rodalquilar es en la actualidad un pequeño pueblo de casas blancas cuidadas con mimo, que se ha convertido en un foco cultural con numerosas exposiciones e intervenciones artísticas. Es muy agradable disfrutar paseando por sus calles y husmear en el mercadillo de cada último domingo de mes, entre piezas de artesanía y de segunda mano.

 

Estas son simplemente unas cuantas ideas, pero hay muchas más que os están esperando para que las descubráis…¡Hay que ir al Cabo de Gata!

¡Hasta pronto!

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