Categoría: Ajedrez

¿Por qué nos gusta tanto el ajedrez?

Por el atractivo de las piezas. Cada una con su especialidad y sus movimientos: las torres son los tanques que trabajan mejor juntas, los alfiles son la artillería que cortan el tablero como mantequilla, los caballos son impulsivos e impredecibles con su peculiar salto, la dama es la estrella de la película, devastadora y precisa a la vez. Luego está el rey, parece torpe y lento, necesita la ayuda de todos, pero es la esencia, sin él no hay juego.

Porque nos gusta la leyenda que el inventor, allá en la antigua India, ante la satisfacción del majarajá de turno, quiso cobrarle un grano de trigo por la primera casilla, dos por la segunda, cuatro por la siguiente…haciendo cuentas, no había cereal suficiente en todo el reino.

Porque aun partiendo de una jerarquía feudal: los peones van delante, se exponen más, son los más débiles…pero su futuro puede variar, si llegan a la última fila se convierten en la pieza que deseen. ¿Moraleja?

Por toda la literatura que hay al respecto: ensayos, estudios de finales, de apertura…que te hacen entrar en mundo fascinante.

Por la jerga propia del ajedrez, que forma parte de la cultura popular: enroque, gambito, jaque, descubierta, tablas…

Porque además de las 64 casillas en damero y los dos ejércitos de 16 piezas cada uno, está el tiempo. Y el tiempo no tiene compasión de nadie. Tienes que jugar bien y rápido, y tener cuidado de no ahogar al rival, si tienes ventaja: serían tablas.

Se calcula que hay 10^147 posibilidades de partidas diferentes. Los físicos no creen que pueda haber tantos átomos en todo el Universo.

Porque es ciencia; por momentos la partida se convierte en una clase de geometría o álgebra. Es un recurso educativo maravilloso: aumenta el desarrollo mental, ayuda a la toma de decisiones, sirve para introducirnos en otros campos del conocimiento, etc.

Porque es deporte. Hay campeonatos, torneos y competiciones. Puede que no exista ningún duelo en el mundo entre dos personas de tanta intensidad.

Un refrán hindú dice: “El Ajedrez es un mar en el cual un mosquito puede beber y un elefante puede bañarse”.

Es sencillo de aprender y complejo de dominar. Entre cada nivel del juego hay un salto exponencial.

Por los finales de peones, en los que te sueles mover por el filo del precipicio. Un mal movimiento puede provocar la ruina total.

Porque, a veces, al que le toca mover pierde, sí, así como suena. Esto recibe el sugerente término alemán de zugzwang.

Porque es un juego en el que no existe la suerte.

Porque los grandes maestros podrían perfectamente jugar sin tablero, ni piezas. ¡Parece mágico!

Por Alekhine, por Capablanca, por Karpov, por Kasparov, por Anand, por Carlsen…nombres de genios que hacen soñar.

Porque el ajedrez es por momentos belleza y nos encanta lo bello, que pueda convertirse en eterno. Hay partidas y movimientos para recordarlos toda la vida…

Porque lo tiene todo. Porque, como decía el genial Bobby Fischer, el ajedrez, es la vida.

¡Hasta pronto!