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Once películas españolas

Los prejuicios sobre el cine español son muchos y están muy extendidos: que si los temas son recurrentes, que si las películas son aburridas, que si son ligeras…excusas que denotan en muchos casos falta de conocimiento e ignorancia. Por supuesto, que se han hecho y se hacen películas malas, pero como en cualquier país.

La cinematografía española a lo largo de su historia ha tocado todos los géneros clásicos, en ocasiones con brillantez, ha contado con actores y actrices de primer orden, directores y guionistas reconocidos mundialmente, técnicos premiados en festivales o academias extranjeras.

Limitarse a confeccionar una lista de once películas (sin repetir el director, excepto con Berlanga por razones obvias) es un ejercicio muy complicado e injusto, por tener que dejar de lado películas que también me encantan y directores notables, pero a la vez apasionante por recordar tantas obras que te gustan.

Éstas son a día de hoy las once películas españolas que más amo. Ójala alguna de ellas os sirva como descubrimiento:

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– Plácido (1961), de Luis G. Berlanga

El estilo de Berlanga en estado puro: una película coral, de diálogos fluidos, con gran diversidad de personajes y situaciones, que encierra muchas más cargas de profundidad de lo que aparenta a simple vista.

Tras la campaña navideña de «Ponga un pobre en su mesa» se crea una radiografía despiadada de la sociedad española de esos años; llena de hipocresía, puritanismo, clasismo y desigualdad, que no deja títere con cabeza.

Cassen, López Vázquez, Aleixandre…son algunos de los actores inolvidables que componen esta obra que funciona de forma milimétrica y ya forma parte de la memoria colectiva española.

 

 

 

– La tía Tula (1964), Miguel Picazo

Aurora Bautista es Tula. La metáfora de tantas mujeres reprimidas sexual y emocionalmente durante el franquismo.

Con un prodigio de serenidad y sensibilidad, Miguel Picazo nos narra, basándose en una obra de Unamuno,  los sentimientos profundos de esta solterona empedernida, de cuyos sobrinos y cuñado pasa a hacerse cargo al fallecer su hermana, y el angustioso amor, esa sensación desconocida, que poco a poco va naciendo entre él y ella, y que irá reprimiendo por el que dirán de una sociedad puritana e limitada. Una maravilla.

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– El verdugo (1963), de Luis G. Berlanga.

Nuevamente la colaboración Berlanga-Azcona se acercó a la perfección con esta crítica feroz a la pena de muerte; llena de momentos hilarantes y humor negro. ¿Cómo no recordar los diálogos brillantes de los personajes de Pepe Isbert (el inigualable Amadeo) o de Jose Luis L. Vázquez («Cortador eclesiástico militar diplomado»)?

La escena final, en la que un Nino Manfredi aterrado se dirige al patíbulo es uno de los grandes momentos del cine mundial.

Para muchos, la mejor película de la historia del cine español.

 

– El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice.

La visión de la posguerra, de los derrotados que sobreviven en la profunda Castilla, a través de los magnéticos ojos de la niña Ana Torrent.

Evocación de la infancia y sus miedos, de la magia del cine que llega al pueblo con el pase de Frankestein…Erice nos regala una historia llena de lirismo, imágenes bellísimas, nostalgia contenida y recuerdos añorados.

 

– Furtivos (1975), de José L. Borau.

La película nos retrata un triángulo emocional descarnado: una madre dominante, encarnada por Lola Gaos; un hijo cazador furtivo, Ovidi Montllor; y una chica que aparece de repente, Alicia Sánchez, que romperá la rutina de la vida en el monte.

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La historia nos aboca a través de crudas imágenes y conversaciones sesgadas a un final inevitablemente fatal para los protagonistas.

Una película que queda en la memoria mucho tiempo después de su visionado.

 

– El desencanto (1976), de Jaime Chávarri.

Documental sobre la familia  de poetas Panero, en el que la viuda de Leopoldo Panero y vlcsnap-2011-03-04-10h18m05s149sus hijos hablan de sus recuerdos, sus vivencias en Astorga; de literatura y arte, de la figura capital del padre y la muerte de éste.

La obra comienza como un ejercicio hagiográfico reposado y va evolucionando hasta la pesadilla esquizofrénica final.  En un momento dado, uno de los hijos, Leopoldo María, toma el protagonismo absoluto de la película y comienzan los ajustes de cuentas, los trapos sucios familiares se destapan.

Genialidad y locura a partes iguales.

Una de las grandes joyas desconocidas de la cinematografía española.

 

 

– Los santos inocentes (1984), de Mario Camus.

Mario Camus, gran adaptador cinematográfico de obras literarias, llevó al cine la novela de Miguel Delibes de una manera ejemplar, cercana y cruda.

Rodeado de una serie de actores en estado de gracia, comandados por Paco Rabal y Alfredo Landa, Camus mantiene la narración fragmentada de la novela, relatándonos la mísera vida en los grandes latifundios de las dehesas españoles. Un mundo feudal, de señoritos (inolvidable el personaje de Juan Diego) y criados semiesclavos en pleno siglo XX.

¡ Milana bonita !

 

– Remando al viento (1988), de Gonzalo Suárez.

Gonzalo Suárez, también guionista de esta película rodada en lengua inglesa, crea una historia donde la fantasía y la realidad confluyen y se confunden.

A partir del hecho histórico de la redacción de la obra Frankestein por Mary Shelley en 1816, cerca de Ginebra, en compañía de Lord Byron y Percey B. Shelley; la película ahonda en el proceso de creación artístico.

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Citas literarias, una fotografía que recuerda cuadros de pintores románticos  y una banda sonora de Vaughan Williams y Thomas Tallis fascinante, componen un fresco lleno de emoción y pasiones inolvidable.

– Los lunes al sol (2002), Fernando León de Aranoa.

Los obreros en paro de los astilleros de Vigo, en plena crisis del sector naval, pasan el tiempo filosofando de lo humano y lo divino, en los bares, en el parque, en el ferry… Éste es el aparentemente sencillo argumento de una historia que no lo es tanto.

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Una galeria de personajes, encabezada por Javier Bardem, que destila credibilidad y autenticidad, mientras luchan para seguir adelante en la vida, sorteando todas las adversidades que les van surgiendo.

Es difícil no sentirse reflejado en cualquiera de ellos.

 

– Ficció (2006), de Cesc Gay.

Un director de cine de Barcelona, falto de ideas y en plena crisis existencial visita a unos amigos que viven en un pequeño pueblo del Pirineo. Este es el comienzo de esta intimista y sugerente película de Cesc Gay.

La historia retrata un fragmento de vida de un personajes entrañables; llena de silencios, donde priman las miradas y los pequeños gestos. Entre sus preciosas imágenes, sobrevuelan las canciones de Nick Cave y las piezas clásicas de Chopin o Debussy.

El protagonista, Eduard Fernández, se reivindica con una actuación tan contenida como uno de los mejores actores de la actualidad.

– La isla mínima (2014), de Alberto Rodríguez.

Una pareja de policías con personalidades, métodos y pasados casi antagónicos, acuden a las marismas del Guadalquivir a investigar un extraño caso de desapariciones de jóvenes, que preocupa en la capital.

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El paisaje de canales y cañaverales, campos anegados, pueblos aislados, pistas de tierra…se convierte en un protagonista más de la historia. Un protagonista opresivo y asfixiante que marca la historia de este largometraje entre miserias humanas y violencia desatada.

 

¿Cuáles son vuestras películas españolas preferidas?

¡Hasta pronto!