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10 westerns inolvidables

Me encanta hacer listas de prácticamente cualquier tema: canciones, discos, libros, montañas; jugadores de fútbol, etapas ciclistas…pero sobretodo, de películas. Ya sean listas generales y/o absolutas o más concretas y específicas. Me gustan porque me hacen pensar en aquello que me apasiona y buscar argumentos para incluir una u otra, ciñéndome a un número finito, que te obliga a dejar de lado algunas muy queridas.

Una lista dice mucho de la persona y del momento en que se confecciona; porque ante todo una lista es un ente vivo y cambiante a lo largo del tiempo.

En esta ocasión, os muestro sin pudor las diez películas del oeste que más emocionan. El western es el género cinematográfico por excelencia. El de los grandes espacios, los caballos, las conversaciones alrededor de una hoguera, los saloon y los duelos a pistola. Un género infinito en sugerencias e interpretaciones, en el que también se han contado grandes historias de amor.

Aquí van, a fecha de hoy, mis diez western preferidos:

  • La diligencia (Stagecoach, 1939) de John Ford. En los pasajeros de una diligencia que recorre un territorio salvaje, con la continua amenaza india,  puede estar condensada toda la condición humana. Nunca se ha vuelto a rodar de forma tan brillante, en la historia del cine, una huida tan frenética, a galope tendido, de una diligencia.
  • Raíces profundas (Shane, 1953) de George Stevens. Un forastero de turbio pasado llega a un pueblo dividido entre terratenientes ganaderos y humildes campesinos. En los ojos azules del niño, en las miradas de la madre…se puede palpar la fascinación que causa en la comunidad. El duelo final entre Alan Ladd y Jack Palance ha sido mil veces tratado de copiar, pero siempre sin éxito.
  • Johnny Guitar (Johnny Guitar, 1954) de Nicholas Ray. Un película intimista,  con una fotografía maravillosa, llena de matices. Dos mujeres de fuerte temperamento se odian a muerte y protagonizan un duelo sorprendente. De fondo, una de las historias de amor más grandes del cine.

  • Tierras lejanas (Far country, 1955) de Anthony Mann. En los westerns de Mann el paisaje y la naturaleza asumen un protagonismo vital en la historia. En esta película de buscadores de oro en Alaska, la ambigüedad moral de los personajes y el entorno hostil crean un fresco fascinante.
CAH-Tierras-lejanas

Walter Brennan y James Stewart

 

  • Centauros del desierto (The searchers, 1956) de John Ford. Entre una puerta que se abre y otra que se cierra discurren los años de la búsqueda imposible de la sobrina de John Wayne, secuestrada por los comanches. Es el western total: la épica de los grandes espacios, y la poesía en las miradas y los pequeños gestos.
  • Río Bravo (Rio Bravo, 1959) de Howard Hawks. Un sheriff acorralado en su oficina, ayudado sólo por un viejo, un borracho y un jovenzuelo. Fuera las trompetas amenazan tocando día y noche a degüello…pero la camaradería les hace más soportable la espera hasta que llegue el desenlace final:

  • El hombre que mató a Liberty Wallance (The man who shot Liberty Wallance, 1962) de John Ford. La muerte del personaje interpretado por John Wayne, hace a James Stewart y Vera Miles evocar con melancolía el pasado, cuando la conquista del Oeste se forjaba con la unión de las pistolas y la ley. Nunca un flor de cactus ha provocado tanta tristeza…
  • Los profesionales (The professionals, 1966) de Richard Brooks. La aventura en estado puro y el romanticismo de las causas perdidas, en un western espectacular. El inmortal diálogo de viejos compinches entre Burt Lancaster y Jack Palance siempre emociona:

  • Grupo salvaje (Wild Bunch, 1969) de Sam Peckinpah. Como en otras obras de este director, los personajes se mueven como sombras crepusculares sin posibilidad de redención. El final de este violento film es una oda a la amistad, cuando los últimos miembros de la banda se encaminan a la muerte para salvar a un compañero.
1969 The wild bunch - Grupo salvaje (foto) 09

Ben Johnson, Warren Oates, William Holden y Ernest Borgnine

 

  • Sin perdón (Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood. Eastwood bebe de los clásicos en esta desmitificadora película, en la que un antiguo pistolero redimido por amor, se ve obligado a volver a coger el rifle y el revólver. Una fotografía exquisita y unas interpretaciones de altura, la convierten posiblemente en el último gran western de la historia.